La perdición y la victoria tienen tantas cosas en común. Ninguna de las dos queda conforme a todo el mundo, pues quien acaba en la perdición suele querer volver a intentar para alcanzar la victoria, y a quien alcanza la victoria pronto le asaltará otro objetivo para sentirse pleno. Ambos son finales y prinpios a la vez, endemismos de mentes que nunca se sienten satisfechas y nunca se sienten realmente derrotadas. Por eso a veces parece que todo son ciclos, que todo se mueve según la posición de una rueda que gira y gira sin parar, en la que está colocado todo nuestro esfuerzo, pero que de manera periódica se frena en ciertos puntos, una y otra vez. Pero son ciclos porque nosotros dejamos que lo sea, porque andamos dentro de ese círculo sin preguntarnos porqué lo hacemos y si de verdad esto sirve para algo, porque tenemos la capacidad de salirnos de ese círculo en cualquier momento. Pero cuando el círculo está en una mala posición para nosotros no salimos porque esperamos el giro que nos lleve a la buena, y cuando estamos en la buena posición se nos olvida que la siguiente del ciclo quizás no lo sea tanto. Estamos dando vueltas constantemente sin reparar en que hay más caminos, más horizontes. Más. Solo cuando al fin la realidad nos asalte, y nos veamos cómo hemos dado vueltas una y otra vez recogiendo las migajas de lo que una vez fuimos, entonces estaremos preparados para salir del círculo.
Jack
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