Desde que nacemos, tratan de inculcarnos lo que es normal, una y otra y otra vez. Nos dicen que lo normal es que las chicas vistan de rosa, y que los niños no; nos dicen a qué es normal que juguemos y a qué no lo es; nos dicen que es normal que nuestros días estén llenos de clases extraescolares, y que es normal no tener tiempo para jugar, por muy niños que seamos; nos dicen que es normal que el profesor nos eche la bronca si hacemos las cosas mal, sin saber si realmente las hacemos mal o el profesor se lo inventa; nos dicen que es normal no levantarse de la mesa hasta que todos hayan acabado, a pesar de que tengamos mucho que hacer y no nos dé el tiempo de sí; que es normal que en una pareja nos dejen si encuentran a alguien mejor, sin pararse a apreciar si realmente es mejor.
Y ojalá pudiésemos decir que esto para justo ahí, que dejan de tratar de convencernos que son normales cosas que aunque insulten a nuestro sentido común, la sociedad dice que lo son. Nos seguirán tratando de convencer que toda relación que se salga de lo común no es normal, que debemos vestir como lo hace la mayoría porque es lo normal, que nos tendrá que gustar la misma bazofia televisiva que a todos porque eso es lo normal, que las chicas tendrán que pelearse por entrar en una talla 34 porque es lo que venden como ideal de belleza, que un chico es normal que se acueste con muchas chicas pero que al revés es algo malo.
Y por mucho que nos digan, todos tenemos nuestro propio criterio y nos la va a sudar lo que nos digan que es normal, porque nuestro sentido común ya nos dice qué nos gusta y qué no, y ese es el punto al que vamos a llegar. Por mucho que nos intenten inculcar a fuego lo normal, lo único normal es que si tienes una mente y conciencia propias seas tú mismo el que catalogue lo que encuentras, no que te ancles a lo que otros dicen que es normal.
Jack
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