domingo, 3 de mayo de 2015

Saltos al vacío

Saltos al vacío. ¿Realmente nos compensan?. Cuando saltamos asumimos que podemos ganarlo todo, pero no todo lo que podemos ganar es todo lo que esperamos ganar. ¿El fallo?. Que lo que la victoria nos puede traer lo pensamos, pero no lo comprobamos. Podemos creer que conseguiremos todo lo que esperamos. Pero se queda corto. De hecho, en ocasiones ni siquiera venciendo nos compensará haber entrado en esa batalla. Hay batallas que están hechas para que ninguno de los contendientes gane nunca. O para que ambos se destrocen hasta que no les quede ni orgullo propio. A veces hay batallas en las que lo único contra lo que nos enfrentamos somos nosotros mismos. Y ahí jamás ganamos. Podemos mentir a todo el mundo, pero no mentirnos a nosotros mismos. Podemos ocultar ciertas cosas que pensamos a quien sea, menos a uno mismo. De hecho, somos el peor juez que podemos tener, a nosotros no nos podemos ocultar pruebas, jamás. Pero ¡ah! surge el autoengaño, esa figura tan (falsamente) benévola en nuestra mente. Y nos dice que no pasa nada, que ella lo oculta. Pero el autoengaño es una amante caprichosa, y cuando más la necesitemos para no derrumbarnos, desaparecerá. Y quedaremos frente a todo aquello que no hemos querido, o no hemos sido capaces, de ver. Y ahí no hay nada que hacer, nuestras propias mentiras nos destrozarán como si fuesen termitas en una cabaña de madera.

Jack

No hay comentarios:

Publicar un comentario