Miles de conceptos cobran forma y sentido ante mi presencia humana. Maldita sea, hay que ver lo mucho que odio encajar en el concepto "humanidad".
Con gran esfuerzo aparto las sábanas de mi sudoroso cuerpo. Qué calor. Me enderezo y, aún sentada en la cama, miro hacia mi derecha. Mierda, siempre la misma mierda. Estoy cansada de acabar siempre invitando a mi cama a algún gilipollas o a alguna borracha de buen ver, aunque yo también lo soy. Por suerte esta vez no es mi casa y puedo largarme sin necesidad de interactuar con la fémina. Logro ponerme en pie y con mucho sigilo me visto a toda prisa mientras busco con la mirada mi móvil, hallándolo encima de una mesita apoyado en un libro. Los recuerdos van y vienen. Cojo el móvil, el cual sigue grabando, y me largo a toda prisa. Me gusta grabarme, me gusta ver hasta el más mínimo detalle (en realidad me gusta verlo porque de otro modo no me acordaría). Camino hasta llegar a una parada de autobús y mientras espero, me dispongo a echarle un ojo al video.
Qué aburrido. Los mismos preliminares aburridos, la misma masturbación aburrida, el mismo oral aburrido... Bueno no, el mismo 69 aburrido, y vaya sorpresa, nunca había usado una hortaliza de una forma tan entretenida. Luego nos acercábamos al móvil y se veía un precioso primer plano en el que yo usaba un tacón como consolador anal en el usado culo de la borracha. Al parecer anoche follé en condiciones. Mi móvil se apaga y noto como bajo mi falda la humedad me ha invadido. Tal vez bebí tanto anoche que aún me dura la borrachera, pero con paso firme me dispongo a entrar a un jardín cercano. Me siento totalmente abierta de piernas y comienzo a masturbarme. Hace calor y es temprano, no hay demasiada gente pululando por las calles y de todos modos allí dentro sentada paso desapercibida. El jardinero, no había contado con él. No me importa, yo sigo a lo mío mientras él sorprendido, me mira con su cara de cuarentón hasta los cojones de la vida. No me dice nada, se dispone a regar. Al cabo de un rato le hago una señal para que se acerque, ofreciéndome totalmente expuesta, sin bragas, sobre el húmedo cesped. O tal vez la húmeda sea yo, no lo sé. Quiero más, quiero sentir adrenalina, quiero sentir desesperadamente algo, quiero follarme al jardinero cuarentón y no me importa que me rechace o me tome por loca y llame a la policía. Qué típico ¿no? Con el jardinero.
Me saco el pecho izquierdo y tras dudar un instante, el jardinero deja caer la manguera al suelo aproximándose rápidamente hacia mí, deseoso de meterme la suya. Tal vez se da tanta prisa por temor a que cambie de opinión, tal vez solo quiere quiere desahogarse corriéndose en mi cara y no en la de su mujer, tal vez quiere ayudarme ahogando mis penas en un mar de semen. De semen de jardinero cuarentón hasta los cojones de la vida.
Lili
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar