Pensamos que todo va a ir recto, como un tiro, solo porque hemos invertido (o al menos lo creemos) lo suficiente como para que lo que hacemos sea un tremendo y completo éxito. Y las situaciones son entes que consumen nuestro esfuerzo, que nos pide más y más cada vez, hasta que se cierran. Cuando más tiempo mantenemos una situación abierta, por bien o mal que vaya, mayor es el nuevo esfuerzo que nos pide, tanto emocional como mental, que dicha situación nos exige. Y toda situación exige cada vez más hasta que llega el momento que la cerramos. Y podemos aguantar varias situaciones de este tipo a la vez consumiendo nuestro esfuerzo y energía, pero llega un momento en el que son demasiados frentes abiertos y hay alguno de ellos en los que vamos a empezar a flaquear, de manera terriblemente inconsciente, y puede ser un tema que tenemos ahí acumulado por pereza o el más importante de todos los temas que tenemos abiertos en nuestra vida. No elegimos qué frente falla, y éste puede desembocar en un mal menor (una situación que llevaba mucho abierta pero que no pasaba de ser una mera alucinación con un porcentaje para ocurrir realmente muy pequeño) o desestabilizar todo nuestro mundo.
Por eso, cerrar aquellos temas que sinceramente sepamos que no le podemos sacar más rendimiento no solo es lógico, sino que también, de alguna manera, es necesario. Para nuestra propia mente, y el reparto de nuestra energía.
No puedes vencer todas tus batallas, pero puedes elegir cuáles luchar.
Jack
No hay comentarios:
Publicar un comentario